viernes, 4 de febrero de 2011

La Hoja

Estaba en una comida familiar con Alex, hablando tranquilamente. Tras la correspondiente sobremesa, todos nos levantamos y cada cual tomó su propio camino.
Cuando me quise dar cuenta Alex ya no estaba a mi lado, intenté buscarlo por todas partes pero no aparecía.
Así que me fui a la oficina de personas desaparecidas, había una cola enorme, así que me tuve que quedar allí esperando, los especialistas se encontraban tras una puerta automática negra que dejaba pasar a la gente con cuenta gotas; cuando llegó mi turno entré, me hicieron una seria de preguntas y me dieron una ficha que debía rellenar, una vez hecho eso me enviaron a otra habitación donde me darían datos concretos de lo que debía hacer.
En el sitio donde me habían enviado se encontraban dos personas, una especie de científicos locos pero en los que sabía que debía confiar si quería conseguir mi objetivo. Mi dirigí hacía ellos y, tras la presentación de rigor, les entregué los papeles que me habían facilitado en la oficina, los miraron fijamente y me dieron unas órdenes claras y concisas: para dar con el paradero de Alex debía traerles una hoja de un árbol, grande y entera.
Salí de allí tan deprisa como pude para cumplir con mi cometido. El suelo estaba lleno de hojas, pero o estaban rotas o eran pequeñas, en un principio había pensado que la tarea sería sencilla sin embargo iba a ser algo más complicado. Mientras estaba en busca de la requerida hoja me topé con los abogados con los que estuve de pasante, nos saludamos religiosamente como se hace con una persona que hace mucho tiempo que no ves y con quien, al fin y al cabo tampoco tienes nada que contarle, pero con quien las ideas sociales que nos han inculcado te obligan a ser cortés; así que tienen lugar las típicas preguntas de cómo estás, donde trabajas,… y en cuanto puede cada uno sigue su camino sin mirar atrás, sin molestarse realmente en que será de esa persona.
Comenzaba a desesperar en la búsqueda, ya no sabía a donde ir y mis nervios comenzaban a alterarse cuando apareció un nuevo conocido, Fina (una compañera de trabajo), me pidió que hacía y yo simplemente le dije que dando una vuelta, no quería enredarme en explicaciones que tal vez ni siquiera entendería, después de una breve conversación seguí mi camino y ella el suyo.
Por fin hallé la hoja adecuada, la que serviría en el experimento, o lo que fuera que hicieran esos investigadores, pero la cuestión es que iba a conseguir desvelar el misterio.
Regresé corriendo a la oficina para entregarles la hoja cuando ops! Sorpresa! Allí dentro se encontraba Fina, la que me había encontrado por el camino; me dijo que porque no le había contado lo que buscaba, que entró por casualidad y los investigadores se lo dijeron, y que ella tenía muchas hojas, así que ya habían comenzado a poner la maquinaria en marcha.
Pipipipi Pipipipi despertador sonando