lunes, 30 de enero de 2012

Las prisas son malas consejeras


¿Quién no ha estado en la cola de una atracción y se ha impacientado por las ganas de disfrutarla? Y ni que decir de otras colas menos agradables como la de solventar algún tipo de papeleo burocrático.
Sin embargo la espera es inevitable y necesaria en nuestra vida; en muchas ocasiones, como por ejemplo la espera a la noche de navidad para descubrir los regalos del árbol, es tan satisfactoria como el hecho mismo, esa ilusión, esa alegría por descubrir algo nuevo.

A pesar de ello no podemos evitar desear que ese tiempo pase más rápido, queremos ver lo que hay tras la esquina, queremos comprobar que nuestra ilusión está en lo cierto, que es igual o más maravilloso de lo que imaginábamos. Pero no nos damos cuenta que esa espera también tiene su magia, es parte del proceso que no se debe desprestigiar.

Además, en ocasiones, esas prisas son malas consejeras, pues no todos tenemos la misma percepción del tiempo y el espacio, y puede llevarnos a malentendidos, o a unos resultados no deseados; que pueden romper esa ilusión y provocar un resultado distinto al deseado.

Aún así, las ansías son superiores, está dentro de nuestra naturaleza, en unas personas más acentuado que en otras, y estoy segura que, aunque intentemos evitarlo, seguiremos queriendo correr para ver que hay tras la esquina. Ojalá tras esa esquina encontremos lo que imaginábamos.

jueves, 26 de enero de 2012

Siempre hay luz al final del camino


A veces cuando vamos andando nos parece que el camino desaparece, que caminamos por en medio de un frondoso bosque sin saber si simplemente estamos dando vueltas en círculos.
En otras ocasiones está todo tan oscuro que caminamos a ciegas, poco a poco, con las manos por delante, palpando con los dedos para no chocar con nada, y aún así acabamos tropezando, pero de cada tropiezo nos levantamos más fuertes y con una nueva experiencia aprendida.

Porque lo importante es no pararse, seguir nuestro propio camino, nuestro propio sendero que vamos construyendo con nuestras pasos, nuestras decisiones y nuestras ideas.
Lo importante es aprender a casa paso, todos los caminos marcan nuestra vida y nos hacen como somos; porque hay que recordar que al final en el bosque oscuro volverá a brillar la luz, y que el bosque espeso se transformará en sendero y ojalá que algún día se convierta en un gran camino bordeado de amapolas rojas donde el sol luzca como nunca.

Pero sí, siempre hay luz al final del camino, no debemos olvidarlo, debemos ser positivos, aprovechar cada momento, recordar que vida sólo hay una, que nada ni nadie debe hacer que la dejemos pasar de largo, y que siempre habrá alguien dispuesto a ayudarnos a volver a ver la luz.

jueves, 5 de enero de 2012

Se que ya no es blog de sueños, pero éste me ha resultado muy surrealista


Estaba bajo casa de mis padres, mucha gente estaba esperando porque nos íbamos de excursión (o tal vez de acampada), así que subo a descubrir el motivo de la tardanza, encuentro a mi padre arreglado y a mi madre enfrascada en una conversación con una amiga, diciendo que no hay prisa, que si acaso vayamos partiendo nosotros, aún le queda arreglarse y todos estamos pendientes de ella. (Hago un inciso para destacar que esto es rarísimo, mi madre siempre está arreglada de hora y, a pesar de que suelen ser bastante puntuales, siempre es a mi padre a quien hay que esperar).

Bajo para organizar a la gente en los coches y mirar si estamos todos, en ese momento recuerdo que me he dejado algo para mi muy importante, así que vuelvo a subir y cojo, como si fuera algo sin lo que no pudiera realizar mi aventura, una botella de Martini. De nuevo abajo indico a la gente que vaya partiendo, mientras mi madre, lentamente, va bajando los escalones de la finca.

Una vez estamos todos, a mi me toca conducir una furgoneta, tipo la wolsvagen, no lo he hecho nunca pero pienso que no es tan distinta a un coche, que podré llevarla sin problemas, sin embargo en cuanto arranco descubro que no se controlarla, aún tenemos que recoger a una persona que no ha podido ir hasta allí pero parece que la furgoneta fuera a donde ella quiere y no hacia donde yo le ordeno. Acabamos bajando un terraplén lleno de piedras, en el que una vez abajo la furgoneta es incapaz de salir por sí misma, así que debemos continuar el camino andando.

No se cuantos éramos antes, pero en ese momento somos tres chicas, subiendo la montaña de tierra y piedras, en el camino encontramos a un hombre, tal vez un vagabundo, que, tras recoger algo del suelo que nuestros ojos no logran captar, nos informa que vayamos con cuidado, que esos insectos son muy peligrosos.

Una vez arriba, y ya habiéndose hecho de noche, pido como llegar a la calle donde debíamos recoger a la persona que faltaba en la excursión, un chico en este caso; una de las chicas sabe llegar, pero advierte que hay que pasar por la calle del violador, según las leyendas locales es una calle donde suele estar un violador esperando a víctimas indefensas pero lo cierto es que nadie ha conseguido probar su veracidad, la única realidad es que suelen vagabundear mendigos y gente con pocos recursos.

No teníamos móvil y no podíamos dejar a esa persona tirada, así que hacía allí nos dirigimos, pero justo al girar en la citada calle un hombre se me echa encima, yo grito pensando lógicamente que podía ser el violador, en ese momento se acercan las otras chicas y el hombre se separa, entregándome un folleto de una actuación en un teatro local, e informándome que no pretendía asustar, sino que simplemente era el modo de publicitar el nuevo teatro; uno de estos interactivos en el que los actores hacen participativo al público, el cual en muchas ocasiones sólo reza por ser invisible.

Tras coger el folleto y escuchar la explicación, seguimos nuestro camino por el callejón oscuro….
Pip pip pip pip (el despertador ha sonado)

martes, 3 de enero de 2012

Poema de Rodolfo Serrano

Canción de año nuevo
Un año más sin ti. Frío en las calles
y en el pecho se congela el recuerdo de tus ojos.
La esperanza es un vaso vacío que no puede
apagar esta sed. Los días y sus noches,
ausencia de tu voz. Espacio muerto.

¿Recuerdas cuando eras
mi centro y mis provincias?
Cuándo todo cabía en un abrazo. Cuando el mundo
giraba en tu cintura. Y en los viejos cafés
vivías con el último gin tonic.

Nos dicen que este año amanece sediento de desastres.
Que la vida está en venta, hipotecada y triste.
Entonces me refugio, perdido como un niño,
en tu sonrisa blanca de sábanas mojadas.

Sé que vendrán los meses lo mismo que si fueran
los lobos de la ira, el mordisco rabioso
de un año más sin que tú me bendigas.
Sin ese corazón de niña buena.

Un año más sin ti. Y en esta noche
recorro los pasillos y te mando
estos versos. La voz que te dijera:
“¿Qué importa el abandono si me quedan
las horas con tu cuerpo recordado?”

Después de ti el mundo sigue
palpitando en mis dedos. Te recuerdo.