Desde el asiento del tren miro
pasar el paisaje, árboles que aparecen y desaparecen para dejar paso a
edificios que se van multiplicando en su avance.
Me da por pensar que cuando
nos encontramos en el tren de un lugar desconocido, sea otra ciudad u otro
país, prestamos atención a cada paisaje por el que pasamos queriendo absorberlo,
queriendo guardar en nuestra retina cada imagen para no olvidarla.
Sin embargo, en ocasiones,
olvidamos mirar por nuestras propias ventanas, valorar nuestros pequeños tesoros, aquellos que vemos
o vivimos a diario.
Las pequeñas cosas inundan
nuestra vida, un simple beso puede ser la puerta del cielo; pero cuidado, no
todos lo son, hay q saber leer más allá de las líneas, más allá de los
cristales del tren y de los pasajeros que distraen nuestra atención.
Que no se me malinterprete,
viajar es lo más maravilloso del mundo, descubrir nuevos lugares, integrarte en
otras culturas,…. Pero no olvidemos que la vida en si misma es un viaje que hay
que saber disfrutar, y en ocasiones, el simple hecho de despertarte y ver a esa
persona a tu lado puede ser tan maravilloso como un amanecer sobre los
glaciares del fin del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario