A 3metros sobre el cielo, aunque sea una cursilada,
aunque sea un tópico, aunque no sea más que una utopía inalcanzable como todas,
queremos sentirnos a 3 metros sobre el cielo. No estoy hablando de volubles
palabras de enamorados, ni de automatismos sociales, sino de verdaderos
sentimientos.
Sí, puede sonar infantil, y posiblemente lo sea, pero… ¿quién
dijo que obligatoriamente debíamos hacer como Wendy? A lo mejor no queremos
traicionar a Peter Pan.
Como dice una canción no
quiero hacerme grande y traicionar un sueño, aunque cada vez sea más
difícil no dejarse llevar por la comodidad y el conformismo, por aceptar el “es
lo que hay”. Pero… ¿no son esas ilusiones banas, esa ilusión por conseguir
nuestras propias utopías las que nos ayudan a luchar cada día? Si perdemos el
espíritu de lucha perdemos nuestra chispa.
Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver dijo James Dean; no creo sea necesario llegar a esos extremos pero sí
vivir con pasión, con emoción; sentir la necesidad de lanzarse a los brazos de
alguien con solo verlo llegar.
Y, aunque la película no merezca ninguna mención
especial, y guarde ciertas peculiares similitudes con la clásica “dirty
dancing”, sí me ha llevado a recordar determinados momentos vividos, presentes
y pasados.
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