Las máscaras recorren las calles y no estamos en carnaval. Nadie sabe quién
es nadie y no es un film de ficción. Las palabras son ambiguas pero no se trata
de un poema.
Los enmarascados miran con recelo a
esos personajes que andan a cara descubierta, aquellos que valoran la verdad,
que valoran a la persona real y no esa máscara de plumas y brillantes que
quiere aparentar lo que no son.
Y en las calles, rumores de olas repletas de palabras, juicios de aquellos
que prefieren preocuparse de los demás que analizar sus propias vidas, porque
es más fácil juzgar hacia el exterior, porque es más fácil no mostrarse uno
mismo.
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