Pequeñas pisadas que van dejando marcas en la nieve, profundas
o superficiales, grandes o menudas, pero todas dejando su señal.
Algunas desaparecerán a la más mínima brisa, otras
necesitarán aires más fuertes, pero algunas otras dejarán su cicatriz como las líneas
de Nazca en el desierto de Perú.
En ese momento inesperado en el que los dos entes se
unen, pie y nieve, parece que formen uno sólo por un breve instante, pero ¿Quién
sabe cuánto dura un instante? Lo único cierto es que es breve. Sin embargo, ¿Qué
no lo es? La propia vida es breve, y cuando nos queremos dar cuenta vamos en un
trineo desbocado que no podemos parar ni controlar.
Así que, sólo nos queda seguir marcando y recibiendo esas
marcas en la nieve.
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