Aprender a valorar que tenemos
trabajo, aunque no sea fijo.
Aprender a valorar que
vivimos.
Aprender a valorar las
personas que nos acompañan en la vida.
Cuando sientes que una persona
te complementa, que llena unos vacíos que había en tu vida, que ilumina tus
días, y es la razón por la cual te levantas cada mañana, quisieras compartir un
mismo corazón, quisieras ser la dueña de esos labios y compartir las noches con
su espíritu.
Pero,
aunque la película tenga razón y lo mejor que te puede pasar es amar y ser
correspondido, si esa persona decide acompañar nuestra vida con su amistad
también debemos valorarlo. Que el no poder tener el todo no nos ciegue de la
parte. Que aunque cada mañana soñemos con poder rozar su piel aprendamos a
valorar su compañía, su presencia que alegra nuestra vista, sus palabras que
endulzan nuestros oídos y su olor personal que nos hace sentir, por esos breves
momentos, lo que es la felicidad.
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